martes, 14 de septiembre de 2010

Faux-cet



Plick, Plick. "Cojonudo, el grifo debe perder agua". Pero no parecía inquietarle mucho. Estaba tumbado en una enorme bañera de mármol de la suite presidencial del hotel y sus pensamientos se diluían con la neblina de vapor que flotaba en el ambiente. Había tapado el detector de humo con una bolsa de plástico, tanto la del lavabo como de la habitación, para asegurarse que ninguna alarma de incendios interrumpiera su desconexión terrenal.
Plick, Plick. Estaba bien, cómodo. El agua hirviendo le relajaba los músculos hasta el punto de haber perdido noción de su existencia. Sus articulaciones eran como viaductos intransitados. En sus divagaciones, se imaginaba el dióxido de carbono expulsado al respirar fusionándose con el vapor de agua. La idea le pareció tan estúpida que le provocó una mueca grotesca en su cara.
Plick, Plick. Sí, había sido un día duro. Su socio y ex amigo, la zorra de su mujer... Digno de una novela del cerdo de Charles Bukowski. "Ellos sabrán" pensó. "Ni que me importaran lo más mínimo". Plick, plick. Una última gota cayó de sus venas abiertas hacia un denso charco de sangre.